Maybe this time

Author: Rodrigo D. Granados . /

Ella hace tiempo que no se acerca a ningún hombre. Cuando se alejó del último iba engalanada con un collar en diminutivo y una pulsera que cuando sonaba, lo hacía muy lejos, pero le servía para sentirse acompañada. Hoy se ha pintado los ojos, y planchado primorosamente aquella blusa que disgustaba a su marido por un atrevimiento que ella nunca entendió en qué consistía, y aún así, exilió de su vestuario.
Lautaro es viudo, y desde hace un tiempo, ya no parece aquella sombra taciturna de mantenimiento del edificio, que no cruzaba palabra con nadie a excepción de saludos y precisiones de faena. Se le ve casi jovial cuando toca ir a casa de Esperanza para alguna chapuza; y a quien quiera oírlo (con cierta extrañeza por la novedad de su entusiasmo), le cuenta lo acogedora y pulcra que es la casa de esta mujer, y se explaya en la simpatía natural de esta.
Ella se levanta muy temprano, y hoy lo ha hecho aún antes, porque Don Lautaro vendrá a restañar las heridas del falso techo tras una filtración dos mundos más arriba. Ha hecho sitio y café, para que el hombre bueno que habla quedo, tenga más fácil y agradable la tarea.
Él alaba su café y su gusto por la decoración, y ella sonríe mirando al suelo; aún no es capaz de decirle que nadie abre las ventanas como él; que hay algo de especial en la brisa que se produjo en la casa en cuanto él, con firme delicadeza, preparó el ambiente para la pintura.
Solícita, le pregunta si un poco de música no le molestaría para trabajar, y él responde que no podría vivir sin escucharla. Esperanza se gira para ocultar una sonrisa boba  que le persigue; escoge casi al azar, de un montocito ultraseleccionado, un disco de Liza Minelli en “Cabaret”. Ella le deja trabajar pidiéndole que no dude en llamarla ante cualquier necesidad, y se va bailoteando contenidamente por el pasillo.
 Una oportunísima gota de pintura en el ojo, hace a  Lautaro ceder al deseo de que ella se acerque otra vez. Cuando lo hace para solucionar con destreza, mimo y colirio el incidente, él piensa que ninguna mujer sobre la tierra, podría oler mejor que esta.
Liza Minelli canta “Maybe this time”, y ella dice suavemente mientras sujeta el párpado: -
-Esta es mi favorita. A lo que él responde borracho de su aliento:
-¡Y la mía, qué casualidad!; se llama Quizás esta vez...
Ninguno vio al otro sonrojarse; él por un restablecimiento repentino y ella por un supuesto olvido en la cocina.

La gloria

Author: Rodrigo D. Granados . /


Estamos acostumbrados a ver escenificada la gloria como un puñado de tipos uniformados en calzones, rodeando un trofeo bajo una lluvia de confeti coloreado; pero la gloria es muchas más cosas. Es lo que les falta a quienes nos dirigen; un telón que sube y baja; una vecina de Vic u ocho felicidades; tregua a los que pasan frío; una tienda de mi infancia; un pastelito de hojaldre o un putón de Salamanca. La Gloria es la bienaventuranza; un sábado sabadete; angelitos espontáneos en el cielo de los cuadros y hasta un eslogan político que ha calado en los hispanos: “Yes, week end”. La gloria es una manzana con respiración agitada, mientras un chucho cabreado, refunfuña en la alambrada; una mañana de abril caminito de la fábrica con un humor especial. Recuerdo aquel quinto gol; aquel pastel de manzanas para abundar en ejemplos, aquel beso, y beber tras lo implacable de la sed en Sierra de la Ventana. Podrían Uds. Colegir que, para un servidor, la gloria no es otra cosa que la patria del hedonista (y no iban a andar muy desencaminados); la gloria está en todas partes; alguna es vieja, y nos da la vara con sus batallitas, decimos entonces :”tengo prisa”, para poner paz y verla venir. Está en todas partes sí, y si no se ve, es únicamente porque no prestamos la atención necesaria.

Ella no creía

Author: Rodrigo D. Granados . /

Ella no sabía, que sus esperanzas de que todo cambiaría un día, iban a ser defraudadas; ella pensaba que hay cosas que sólo ocurren a quienes no creen que Dios protege a su rebaño, y que mientras más rebaño, más Dios. Es verdad que sus plegarias no fueron atendidas en muchas ocasiones; pero es que El Señor debe tener mucho trabajo con los dramas de otros, quizás más necesitados de atención.
Cierto es también que desoyó consejos de quienes la querían realmente; pero es que no le conocían como ella. Capaz de perdonar; de arrepentirse a su manera, y de guiar, incluso, con su mano firme, como ella ya había visto.
Ella no sabía que sus hijos, llevarían más allá su estigma, y deberían cambiar de estrategia para acabar con la peste, tras haberla visto en su desesperación última.
Ella no creía que el mal, habría de matarla un día cualquiera, él sí, y hasta se lo había dicho.

La procesión

Author: Rodrigo D. Granados . /

 
Hay quienes se maravillan de la coincidencia estética de que el fervor popular esté enmarcado por la noche con una espléndida luna llena. Es como celebrar la conjunción del renacer de la luz de la primavera con los brillantes colores de la estación. Hay situaciones que no podrían ser sin lo que consideramos detalles de estas. La casualidad no es la luna, sino La Semana Santa, que podría no ser, también en plenilunio. Estos son días de procesiones, en que lentamente se dirigen los pasos de los pecadores hacia la salvación de la penitencia; a unos les costará más que a otros, dependiendo de las cag.. las ofensas quiero decir a los Sagrados Preceptos o a Hacienda, que como dice una voz popular, somos todos ( hasta aquí no llegó el "y todas"); y por nuestra imagen y semejanza con vuestro Señor, es como ofenderle a Él.
No hace falta pasaporte para esta peregrinación; porque el viaje es corto, así que algunos de los hermanos van sin él.  
Hay caminos insondables, y el Ente que administra los peajes, me ha acostumbrado a no alegrarme por la vía de redención de los penitentes; unos se pierden tomando la circunvalación hasta que prescribe el pecado, y otros, un hatajo, son perdonados a priori por un quítame de allí esas llamadas. Desfilan los hermanos en estos días de pasión ante sus pares, y ven su única salvación en el El Supremo. 
¡Qué quiere que le diga... así cualquiera!