Neandertales anónimos

Author: Rodrigo D. Granados . /


 Buenos días, me llamo Rodrigo Demián Granados, y soy un neandertal.
La ciencia, en sus idas y venidas, negó mi existencia durante décadas, y para más inri, la administración pública continuó gravando mi "no ser", con todas las figuras impositivas habidas y por haber. La COPE, los bancos y las empresas de telecomunicaciones continuaron cabreándome; aunque mi extinción como especie datara de miles de años, y no cabría suponerle emociones de este, ni ningún otro tipo, como a todos los que han alcanzaran el estoicismo eterno hace siglos. He pagado por la recogida de unas basuras ( y no hablemos del IVA) que no habría  podido generar; por conducir vehículos que no habría podido comprar, poner en marcha ni conducir, en caso de que la desbancada teoría científica fuera cierta. Todos nos movemos en el resbaladizo terreno de la equivocación y la ignorancia, con un coeficiente elevado de "patinosidad", que disminuye con los años; y puede que la inmensa mayoría nunca lleguemos a ser como esos cisnes (y cisnas, que no quiero problemas) que nos maravillan en los campeonatos de invierno. Terminamos todos; sin embargo, haciendo unos giros y desplazamientos más o menos dignos, bueno, todos todos...
Algunos colectivos iluminados, amparándose en la burricie general, elaboran teorías sesgadas, incompletas o absurdas con una presunción de infalibilidad, a las que el vulgo no se atreve siquiera a cuestionar por no abusar de la insolencia que se le presupone a la ignorancia; por pereza intelectual o porque casi ya no queda tiempo para la "istropexión  inteletual" entre partido y partido.
He tenido la fortuna de viajar, y siempre me llamó la atención ver en los más lejanos confines, rasgos humanos que más que ser atribuidos a una raza, podían serlo a una especie. No hablo de conductas sino de huellas genéticas visibles a ojo pelado. Por supuesto, jamás me atreví a exponerme al escarnio público, con arriesgadas especulaciones que no habrían de suponérseme con mi escuchimizado currículum.
Desde hace un tiempo, prevenciones de este tipo, me la transpiran, la verdad; es quizás una de las grandes ventajas de perder la lozanía exterior en una ósmosis hacia el interior, dotando a nuestro juicio y/o desfachatez, de un músculo del que carecía en aras de la estrategia natural para llegar a la madurez sexual, esa que garantiza la supervivencia de cualquier especie; del ejercicio de la tímida y alegre candidez  de los novatos. ¡Sí, esa que nos ayuda a ser felices durante unas cuántas temporadas, aunque no tuviéramos motivo objetivo alguno para ello!
Resulta evidente que los Cro Magnon y los Neanderthal, se mezclaron, tanto en bosques, tundras y riberas, como en cuevas oscuras con tenue iluminación (y música gutural a capela); y hasta seguramente con posturitas lamentablemente extintas, y de las que no quedan documentos gráficos ni en  Altamira, Atapuerca ni ningún otro yacimiento conocido... ¡ATAPUERCA! (¿no creen que el nombre confirma que el abuso de género es muy antiguo?).
 Se habla de diferencias incluso en lo que atañe al desarrollo del cerebro o la capacidad de razonar de ambas ramas de homínidos; hay entre los Sapiens Sapiens  notables picos de inteligencia que parecen dar pábulo a esta mezcla; de hecho, en muchos individuos, con un sólo "Sapiens" va que chuta.
¿Integración?, ¿despiste?,¿bestialismo?, ¿estrategia avanzada para la época?, ¿psicopatías de la supremacía?... Jamás llegaremos a saberlo a ciencia cierta, aunque tampoco debamos descartar un motivo más de entrecasa,  que alude a que muchas Neanderthales sin duda:... ¡¡Teníiian un culiiitooo!!

Dedicado a: la Sirena y al nepotismo, mal que, cuando por generosidad, es sensiblemente menos chungo.

Luna llena, tierra vacía y ardor en el agua

Author: Rodrigo D. Granados . /




Hace no mucho, cumplí uno de los deseos que venía demorando, por lo cruento de las condiciones objetivas para llevarlo a cabo. No soy lo que podríamos llamar un tipo esforzado; suelo ir al giro del pasillo de mi jardín cuando se me escapa la tortuga del terrario. Sé que allí se verá obligada a cambiar de marcha para evitar trompos o despistes. Llevo una silla plegable y espero tranquilamente en la chicane, confiando en que las leyes de la física, en concreto las fuerzas centrífugas, harán que el bólido deba aproximarse a la tribuna por el lado exterior de la primera curva en su raudo paso. A veces no llevo la silla porque ya varias veces, entre que voy a buscarla, y llamo a mi vecino para que me ayude a transportarla, Manuelita y su Meganan ya ha pasado por el lugar de la "empasillada", y es muy penoso correr tras ella para reconducirla. Ya volverá (es un pasillo sin fin).
Volviendo a lo que os contaba de mi deseo largamente postergado; una noche de verano, mientras soñaba que me bañaba en el mar desnudo (la moza y yo también lo estábamos) con una morena con más curvas que mi Jardín botánico enano, desperté por un apretón importuno. ¿Porqué será que esto no pasa cuando tengo la pesadilla recurrente de que soy el sherpa al que le ha tocado subir al Cerro de los ángeles con la mochila hasta los topes de cajas de cerillas?); la cuestión es que levantarse era impostergable, y al volver, me demoré en buscar las palas, la sombrilla y armar un cigarrito para después (logística inevitable para completar el sueño perfecto). Satisfecho por fin, me volví a la cama con las mejores esperanzas; media hora después, me había convertido en una peonza cabreada e incómoda, con los pies encogidos por la diversidad de artefactos que había depositado sobre ella para tenerlas a mano (lo peor de todo es haber descubierto que la nevera portátil pierde, y el hielo se deshace con prontitud). Miré el reloj y ví que las agujas estaban en las cinco en punto de la tarde; sin embargo aún no había amanecido. Perplejo, encendí la radio para saber si se trataba del desastre cósmico que tarde o temprano habría de ocurrir, como predijera el Chamán Chango en “Asuntos propios” un programa del que soy adicto en la radio nacional.
Habían sonado ya las señales horarias y alcancé oír a una locutora: “… las cuatro de la mañana en Canarias...” Me quedé un rato pegado a la radio para ver si había suerte y decían qué hora era en Edén, que está cerca de Alicante, pero empezaron a hablar de muertos en Irak, Afghanistán, Chechenia... ¡Jo, ya tenía yo bastante con mi “bañus interruptus”, como para andar entristeciéndome aún más!
Junté todo entre palabrotas, las eché en el coche y me dirigí a la playa para fotografiar un amanecer en el mar, mi anhelo largamente diferido por las horas en que suele ocurrir.
Cuando llegué a Los Arenales del sol, todavía eran sólo Arenales; aunque se veía sobre el mar un brillo difuso en el cielo. Tras pensar un rato caí en la cuenta de que seguramente, ese era el lugar por el que amanece, y que por la recurrencia del fenómeno, el cielo ya mostraba rastros de estar desteñido (una de las características de los efectos de la luz solar sobre la materia según he leído). Mientras esperaba, me di cuenta de que una espléndida luna llena rivalizaba en el horizonte opuesto con lo que habría de ocurrir seguramente al este. Tomé fotos de ella mientras esperaba, preguntándome si se trataba de una envidiosa actitud del satélite o aquello era común y no se estaba disputando mi atención. Decidí echar un sueñecito en la arena tras la tercera toma, ya estaba un poco cansado (tendré que engrasar el disparador). Cuando desperté, el sol estaba apoyado sobre las aguas, y curiosamente no se veía al mar bullir, con lo que seguramente su luz, a estas horas es más fría que a mediodía. Con los ojos entrecerrados, me pareció ver una cabeza en el mar como a un centenar de metros de la costa; ¿sería la morena?; miré alrededor y no vi a nadie; tampoco encontré ropa apilada o alguna toalla en las cercanías, con lo que mi corazón empezó a latir enloquecido (no creo que fueran menos de treinta pulsaciones por minuto). Me desnudé y me metí en el agua en dirección a ella; la luz me cegaba, pero alcancé a ver que lucía un gorro de baño azul y al parecer, estaba de espaldas. Nadé sigiloso para abrazarla por detrás y darle una sorpresa, mientras ella, flotaba inerte mirando al sol. La imaginé con los ojos cerrados, gozando de los primeros rayos del sol sobre la tierra, y recé para que supiera que era yo quien la abordaba en ese momento mágico y no se sorprendiera o asustara. Llegado a ella, con los ojos enrojecidos por la sal, la emoción y el deslumbre, busqué su carne ansiada. Mi piel ardía, pero no como yo recordaba, era bastante más intenso, diría que hasta desagradable. Su cuerpo no tenía las redondeces que mostraban en el anuncio del sueño, era poquita cosa la verdad.
Es lo último que recuerdo, porque tras tanto esfuerzo debí quedarme dormido. No sé qué fue de ella porque ya no estaba cuando desperté en el hospital desde el que escribo; volveré a buscarla cuando me den el alta por algo que me ocurrió mientras dormía. Tengo pocos datos, creo que me dijeron algo de una Carabella portuguesa. En cuanto me reponga la encontraré; pero intentaré convencerla de que nos encontremos en mi casa, a horas menos intempestivas. 

Políticamente incorrecto; pero no dormido.

Author: Rodrigo D. Granados . /



Salvo el horroroso impasse vivido esta noche gracias a una infección en la encía superior, vivo feliz en en mi recuperación momentánea a una antigua y penosa enfermedad que padezco. En momentos como estos (un par de temporadillas al año), lo que me pide el cuerpo es desarrollar el lirismo menesteroso al que estoy abocado desde hace un par de ejercicios lectivos, gracias al abuso sin fronteras en que se ha convertido la actividad económica de nuestros “prohombres”, con la anuencia interesada de los dirigentes de los que nos dotamos elección tras elección.
Mal dormido y dolorido, me dispongo a hablar de un tema de lo más alejado a lo que supondría mi estado natural de ánimo en épocas de subidón. Consciente de que el presidente Sarkozy no pasa de ser un oportunista, que echa mano de una política electoralista basada en la expulsión de los gitanos rumanos y búlgaros, para detener la caída en picado a que estaba condenado en las encuestas de intención de voto, debo decir que entiendo al 90% de los franceses de derechas y a más del 60% de los de izquierdas que han acogido favorablemente la idea. Todas (y digo todas) las oportunidades en que pude ver a estos nómadas de la cagada y el estrago, estaban, o aprovechándose del desconocimiento de sus costumbres atávicas por parte de sus huéspedes; explotando cruelmente a sus hijos en los más sangrantes ámbitos o robando sin más. De no haberme enfrentado con decisión a ellos en varias oportunidades, habría de encontrarme en la interminable lista de sus damnificados, alivio que muchos ciudadanos europeos, por temor, o una mal entendida caridad, no tienen.
Entiendo perfectamente que estas consideraciones, habrán de alinearme con los filofascistas de todas las latitudes, cosa que lamento por considerar injusta; pero que sin embargo no intentaré explicar más que con los datos que daré y son quienes me leen, libres de valorar.
No hay colectivo en la Europa del Este que haya recibido un trato más benévolo que estos eternos migrantes, que si lo son, es más por escapar a las consecuencias del tendal que dejaran, que por explorar nuevos horizontes. Siendo favorecidos durante décadas con recursos públicos con la positiva intención de integrarlos en aras del procomún, nada positivo para el conjunto se ha conseguido con ellos. No puedo entender porqué, estas medidas no han conseguido hacerles variar un ápice en su obstinada costumbre de parasitar a quienes tienen el infortunio de verles instalarse en sus comunidades; sin embargo, es una realidad incontestable. Creo que en definitiva es un problema a resolver por los gobiernos rumano y búlgaro, más que desentenderse al exportarlos, gracias a la europa sin fronteras que no se ha creado para que los países se escaqueen de sus conflictos internos, sino para hacer de Europa, un mercado que pretende competir con los bloques económicos emergentes y con el amo del norte.
Mientras todos los hijos de vecino de los diferentes países, han dejado de ser, alfareros, cesteros, agricultores, mineros y tantas otras actividades desaparecidas por las distintas reconversiones, a las que “el progreso”, acabó convirtiendo en historia antigua. Los Rom se empecinan en seguir siendo gitanos sin más, otorgando a su rancia cultura, el carácter de virtud ad eternum. Si no fuera que ser lo que son, una desgracia para propios y ajenos, podría considerarse como una valiente defensa de principios; pero no es el caso.
Como no quiero extenderme demasiado, completaré en las réplicas a los comentarios furibundos que sé que habré de concitar, los aspectos que atañen a lo que conozco desde hace muchos años de este colectivo. Me importa mucho más que defenderme de mis hipotéticos, o evidentes defectos, el llamar la atención de quienes me leen, de las alarmantes coincidencias con el desencadenamiento de otras medidas similares en 1935 por el ínclito Hitler, que tras un período de inseguridad económica, agravada por el pago de compensaciones de guerra tras perder la primera contienda mundial, aprovechó el descontento generalizado para la expulsión de los judíos y la subsiguiente invasión de los países vecinos. No estoy sugiriendo que se dedicará Francia a invadir a los países colindantes tras la expulsión de los romaníes, sino que revela un estado de cosas en la que el rechazo al diferente, está siendo utilizado como germen para acometer la salida tradicional de las épocas negras de la macroeconomía por parte de las naciones del occidente más recalcitrante. La venta masiva de armas a Arabia Saudí (¡aliado de lo más democrático oiga!) por parte de Estados Unidos; la incesante campaña de desprestigio al régimen iraní, al que ya se le supone la posesión de armas atómicas (¿os suena?); el enfrentamiento abierto con el mundo islámico y la psicosis sobre los temas de seguridad que fomentan una nueva ola de armamentismo, nos anuncian novedades probables y trágicas para un futuro más o menos próximo. Salimos de una batalla que perdimos los curritos pardillos, sin haber participado en ella más que como comparsas paganos, y las compensaciones de guerra las estamos pagando y las pagaremos; pero los “ganadores” comienzan a mostrar su as en la manga por si las cosas se les ponen más feas. Para ello intentan echar a andar la maquinaria del rechazo generalizado; haciéndonos creer que somos un bloque amenazado, y cualquier medida, por extrema que parezca, estará bien empleada. En una hipotética nueva guerra, los muertos se contarían por millones, pero seguro no serán brokers, banqueros, políticos ni gobernadores de los bancos nacionales, sino parados, y minorías que no consumen lo suficiente por no estar lo suficientemente formados para la disneylandia vergonzosa del sistema que nos rige, y que al parecer,  estamos condenados a mirar impasibles mientras nos la meten doblada y con tres nudos en la punta.