Beverly Poor

Author: Rodrigo D. Granados . /

Hay gente cuya subnormalidad profunda, permanece indetectada hasta que se ponen al volante de un 4 x 4, un autobús o un taxi; hay muchos que se transforman en Mr. Hyde en cualquier otro vehículo, pero esos son tarados sin más.  Tipos y tipas (bendita duplicación de género que me permite la licencia), que te sobrepasan en la autopista –ignorando tu intermitente a la izquierda– para a continuación dar un frenazo y hacértelo dar a ti y todos los que vienen detrás, para incorporarse in extremis a la inminente salida de la derecha ¿?; gente que cuando tienes las luces de stop mientras le pides señas a un transeúnte en la Avenida de la peseta, se ponen detrás de ti cuando tienen otros dos carriles a la izquierda, y tras el microsegundo que intenta dejar patente su paciencia sin límites, comienzan a hacerte luces y pitarte antes de que se apague el primer destello ¿?
Madrid está lleno de imbéciles con prisas, que intentan descargar en los demás, todas las frustraciones que han acumulado desde el día de su primera comunión; o quizás las de sus padres, tíos y cuñados. No entiendo cómo viví 27 años en esta pocilga de mala leche y peores maneras. Son patéticos; pero quieren creer que son modernos, eficientes, y lo que es peor: buenos conductores, que se mueven con garbo entre la marabunta indisciplinada y ególatra que puebla las grandes ciudades.

Ud., yo y ellos.

Author: Rodrigo D. Granados . /

Si usted o yo fracasamos en una empresa, El Estado será el primero en extender una mano con la palma hacia arriba, mientras la otra, cerrada en puño, se eleva sobre nuestras cabezas y nuestro naufragio para hacer más convincente la petición de su colega que inquiere y apremia: ¿qué hay de lo mío?
Cuando la situación es otra, y es ese mismo Estado, al que no le salen las cuentas, hace que "lo suyo" tenga una dimensión renovada, al tiempo que "lo nuestro" se escuchimiza. Cuando ya estamos raquíticos y exangües, acude a los saludables gorditos financieros, que en última instancia son los dueños del tablero y esas cajitas de las fichas a las que Ud. y yo llamamos casa. Estos les prestan un dinero que no existe envuelto en papeles de colorines, que esperan recibir cuando su último invento prodigioso (con nombres muy creativos y basados en cálculos de lechera) realice el milagro de la multiplicación de sus previsiones, tan entusiastas como injustificadas en la obstinada aritmética de la realidad económica.
Cuando es el voraz capital el que se estrella, por tener más ambición que ética, las manos estatales de nuestro sistema, se apresuran generosas a extenderse en el rescate y el mimo lenitivo, sin amenazas más allá de la leve regañina por la travesura; descontando a priori un propósito de enmienda no expresado. Ponen a su disposición entonces, otro dinero que tampoco existe, pero que los gobiernos harán como que sí; los préstamos serán al 1% para que ellos a su vez, permitan que Ud. o yo volvamos a hornear pan o pescar, pagando el consabido interés; pero hete aquí que los obesos estilizados de Armani, Gucci y Vuitton, prefieren prestarles esa pasta (como si existiera) al 3, 5 ó 7% a otros gobiernos en apuros; un simple cambio de mano, sin tener que hacer mucho papeleo en minicréditos a menesterosos de poco fiar, que seguro se lo gastan en comida y no en mejoras productivas o de competitividad. Ya crecidos, los gorditos piden mano dura a los gobiernos con los perezosos panaderos y pescadores; exigen garantías (y un mayor interés) por represtarles a las administraciones lo que recibieron de ellas. Por eso, Ud. y yo nos escondemos en las catacumbas a comer raíces y roer despojos que los recaudadores no controlan, porque están acostumbrados a refinadas mesas y manteles. A esto se le llama: "economía sumergida", porque no es visible, y aún asi genera más riqueza que una banca en iluminados escaparates para atraer la atención de los incautos. La economía "hundida", genera el movimiento de bienes básicos de consumo, mientras la etérea, apenas garantiza una catástrofe cada 10 o 12 años, de la que ellos saldrán indemnes mientras Ud. y yo, no cambiemos las reglas del juego dando un puñetazo en la mesa. Hace poco oí a un político catalán decir: "El liberalismo no está en crisis, ES LA CRISIS", y tenía razón.

              A Guadalupe Cienfuegos