Ya es Primavera en el Córtex

Author: Rodrigo D. Granados . /


Una de mis grandes contradicciones, es desear y temer el final del Invierno; desearlo porque no hay espectáculo más impresionante que el resurgir de la vida a la luz y la influencia de las temperaturas que se suavizan en latitudes como la de Edén. Temerlo, porque mis estaciones físicas no están en consonancia con estos ciclos planetarios, y caen mis hojas a plomo sobre la yerma superficie de mi ánimo. Se paraliza mi interior y las sombras se alargan alcanzándolo todo. Rodeado por una gruesa capa de hielo, el núcleo de mi corazón late a un ritmo insuficiente para empujar su savia vital a cada rama de este árbol adormecido en que me convierto. Los pájaros no encuentran refugio en este esqueleto helado, y se llevan las ideas y los sueños a otros parajes más frondosos; la vida "ocurre" igualmente; pero a la distancia, y puedo verla impotente desde mi constelación de solsticio oscuro y durmiente.
Sé que las estaciones, son una realidad inquebrantable; quizás es por eso que mantengo a un insuficiente retén de insectos zumbones cumpliendo su tarea de luchar por el resurgir cuando llegue el momento; penosa es la tarea de estos, que sólo pueden volar con el escaso combustible a su disposición mientras el sol está alto, y se recogen paralizados por sombras repentinas.
Los árboles siempre nos esperan con los brazos abiertos, decía esta mañana un naturalista, y puedo dar fe de ello, al menos en lo que me toca. Flores blancas en la punta de mis dedos, son el anuncio de que la vida continúa; aunque bajo mínimos.